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Salud en el trabajo

Publicado: May 5, 2016 en Estrés, Salud, trabajo
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         Durante esta semana hemos disfrutado de la celebración del día de la Salud Laboral.

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¿Te suena a chino?. ¿Se te ha pasado?. Claro, todos conocemos el día internacional del trabajo o de los trabajadores. Sobre todo porque ¡es fiesta!. Sin embargo, este “Día mundial de la seguridad y la salud en el trabajo” que es tan importante o más que el anterior, por lo que en leyes y repercusiones en los puestos de trabajo a tenido a lo largo de la historia; se nos pasa a casi todos y todas. ¿eh?.

       Yo no lo he querido dejar pasar este año, así, que como no soy historiador, ni técnico de riesgos laborales; sino psicólogo sanitario y técnico de promoción de salud, pues os dejo algunas reflexiones sobre lo que vamos consiguiendo sobre salud laboral.

        Durante este mes, en el Hospital Valle de los Pedroches, a petición de la Unidad de RRLL, hemos compartido un curso sobre el estrés laboral para los trabajadores de este Área Sanitaria. Como docente de este, os quiero dejar algunas de las notas sobre las que trabajamos en él para que lectores y lectoras de este semanario, podáis mejorar si sufrís este tipo de riesgo en vuestro puesto.

      Para empezar, decir que el estrés, básicamente es el fruto de una situación de ansiedad no resuelta y, por lo tanto, mantenida en el tiempo; provocando por ello distintas dolencias fruto de la falta de descanso de nuestro mecanismo de preparación para situaciones de riesgo. (Bueno, vale, me explico)

      Cuando, humanos y el resto de animales, percibimos una situación de amenaza para nuestra integridad (fisica o mental), reaccionamos preparando nuestro cuerpo para enfrentarse a esta situación. Es lo que conocemos como ansiedad. (Como ves, la ansiedad no es algo a evitar, es nuestra aliada ante los peligros). Esta preparación para el enfrentamiento tiene una serie de características físicas, emocionales y mentales que sirven para que nos enfrentemos al riesgo de una forma más eficaz que aumente las probabilidades de salir victorioso de ella. Una vez vencido o pasado el riesgo, actuará el mecanismo de relajación, también automático, para regresar nuestro cuerpo, emociones y mente, al estado previo.

        El problema del estrés, surge cuando percibimos la situación de riesgo o amenaza como continua, que no se puede atajar, ganar, pasar o huir de ella. Por lo tanto, nuestro cerebro no recibirá la señal de vuelta a la normalidad o relajación. Entonces vendrán las consecuencias de tener el mecanismo de ansiedad continuamente activado. Algo para lo que, por naturaleza no estamos preparados. Es como si ponemos nuestro coche a tope de revoluciones y aceleración, como si estuviésemos adelantando siempre. El motor, ruedas, suspensión, etc. se resentirán. No están para eso.

    Por lo tanto, algunas cosillas para tener en cuenta si estás en esta situación:

  • ● Mira las situaciones por separado. Así es más probable encontrarles solución. Una tras otra. No todas a la vez. Como si fuese un camión de sacos. Descarga uno a uno.
  • ● Ponte a solucionar lo que está en tu mano. Muchas veces confundimos lo que nos gustaría que cambiase, con lo que realmente podemos cambiar. Tómate lo primero como la lluvia, sólo busca un paraguas, no te enfades porque llueve.
  • ● Con lo que sí está en tu mano, no lo dejes para mañana. Ponte con ello y soluciónalo con tus manos. Piensa menos, haz más. Cada vez que solucionamos una tarea nuestro cerebro libera endorfinas como misión cumplida. Y ya sabes para que sirven…
  • ● Por último para que sea fácil seguir esto. Descansa compa, ¡descansa!. Música, deporte, cama, sexo, campo, meditación, buscar espárragos, setas, criadillas, duerme “con una pata en Francia y otra en Alemania” (como decía el genial PMS). De nada sirve lo anterior, si no dejas nunca de trabajar. Al final te vuelves ineficaz y constantemente insatisfecho con tu trabajo. DESCANSA.

      Por cierto, antes de irme, os dejo una web mejicana donde tienen recursos muy interesantes para trabajar esto último: http://www.estreslaboral.info/index.html

Y, por supuesto, si aún así, te supera… no seas malo contigo mismo y pide ayuda profesional. Tu cuerpo, tu mente, tú mismo, te lo agradecerán.

De nuevo te dejo mi articulo del semanario “La Comarca”

¿Cómo lo llevas? ¿Te subiste a tu balcón?

Hoy te dejo un primera sesión práctica, para que la hagas al menos una o dos veces al día. Sólo dura 5 o 10 minutos. Es mejor empezar por lo fácil. Luego, con la práctica, si lo ves eficaz en tu vida; aumentarás el tiempo.IMG_20150727_103945

Comenzamos:

Busca un lugar sencillo pero cómodo. Pon un temporizador con cuenta atrás para que te avise al finalizar el tiempo que quieras estar en tu balcón. Así no estarás pendiente de la hora. Siéntate en una silla cómoda para empezar. Sin posturas difíciles. Sólo cómodo y sin cruzar las piernas o brazos para evitar que se duerman.

Da al cronómetro y cierra los ojos o mira un punto fijo en el suelo. Ahora, simplemente intenta sentir tu respiración. Sólo sentir. No controlar, no modular, no juzgar, no nada… Sólo sentirla amablemente. Disfruta de ella, nota en tu nariz el aire fresco que entra. Bueno, o caliente en estas fechas. O, si te es más fácil, coloca una de tus manos sobre tu vientre y siente cómo se mueve. Sólo como se mueve. No juzgues si es rápido o lento, grande o chico, es el tuyo y está bien.

Puede que en estos momentos pase algún pensamiento por tu cabeza que te interrumpa. Esto no es bueno, ni malo, no lo estás haciendo mal. Simplemente pasa. Es lo normal en un cerebro vivo. Pero recuerda: ¡estás en tu balcón!. Observa como si vuelves a tu respiración, se marcha calle arriba o calle abajo. Donde él quiera. (Como decía mi abuela, si se mete contigo niño, sólo dile “con Dios”, y déjalo ir) Vuelve a tu respiración. A ese punto donde la notabas y vuelve a mantener en ella tu atención. Tú mandas. Tú decides dónde miras.

Cuando suene tu reloj. Habrás terminado. Abres tus ojos. Te felicitas por lo conseguido y disfrutas de la relajación que tendrás, como consecuencia de haberte permitido unos minutos para tí.

No te preocupes de si el primer día te has distraído mucho o poco. Está bien. Siempre estará bien. Siempre será eficaz para que con la práctica consigas hacer esto durante todo tu día. Aunque estés trabajando o viendo una película. Tu cerebro habrá recuperado su capacidad, que tiene de nacimiento, de colocar la atención en donde tú decidas que es lo más relevante en cada momento. Nada ni nadie debe decidirlo por tí.

Otros días podrás practicar metiendo tus dedos en un cuenco con agua o con arena. como cuando estamos en la playa. Y ver que sientes. Primero los dedos quietos y luego moviendo uno por uno y todos a la vez.

Otro día puedes poner una pasa en tu boca y jugar con ella. Adivinar con tu lengua su textura, su olor, sabor, forma…

Has visto que no te he dicho que pongas música. Si quieres hazlo. Pero sólo será alguien o algo más que pasa por tu calle y que tú, desde tu balcón, decidirás si te concentras en ella o no.

Espero que lo disfrutes y practiques. Luego me cuentas.

Por cierto: es de eficacia demostrada científicamente para regular emociones, conductas, pensamientos, miedos. Aumentará tu capacidad para tomar decisiones con alta probabilidad de acierto. ¡Y no tiene efectos secundarios!

Mucha gente piensa que los artistas nacen así. Que tienen algo especial. Y por lo tanto, los demás no lo tienen. Sin embargo, la ciencia nos dice, que a la hora del nacimiento, nuestros cerebros son prácticamente identicos. Genéticamente casi idénticos.

El cambio vendrá después. Con lo que veas, lo que oigas, lo que hagas.

El oido, la vista, la creatividad, la imaginación, la emoción, el corazón, la inteligencia. Son los requisitos básicos para ser artista. Unos un poco más desarrollados y otros un poco menos, al nacer. Pero todos tremendamente plástico y desarrollables. Es cierto que hay personas que ya nacen sin alguno de ellos. Pero tienen más, ¿verdad?

Teniendo la materia prima, ya sólo falta el desarrollo a través de la práctica. Como todo lo que hacemos en la vida. Nos empeñamos en aprender a escribir durante muchos años de nuestra vida. Al final sale, casi solo. Nos empeñamos en aprender a sumar, a conducir, a leer, los verbos. Durante muchas horas de nuestra vida. Incluso ponemos mucho interés y dedicación en “no fallar”, no cometer errores. No equivocarnos. Aprendemos por empeño durante muchos años a ver lo negativo para evitarlo. Así nos va.

Nuestro cerebro no entiende el “¡no pienses en esto!”. “¡evita este fallo!”. Entiende de lo relevante y lo no relevante para mi. Si yo pienso en evitar darle al aro a tirar a canasta. Estoy mirando al aro, estoy haciendo relevante el aro. ¿Donde mandará mi cerebro la pelota a través de mis manos?

Sabiendo esto, ¿no sería mucho más inteligente decirle a nuestro cerebro lo que “sí” quiero hacer? Mirar al agujero por donde quiero que entre el balón, aumenta la probabilidad de que lo consiga mucho más que si miro al aro para evitarlo.

De esta forma, si quiero estar feliz, estar alegre, vivir con optimismo a lo largo de mi vida. ¿No sería mucho más inteligente, concentrar mi cerebro, mi foco de atención y, por lo tanto mis acciones, en lo positivo, en lo creativo, en lo alegre?

Si yo dedico mi tiempo a aprender a pintar disfrutando de ello; en lugar de a ver cuántos fallos he cometido mientras lo hago. A disfrutar de las primeras notas de mi instrumento, a sentirme feliz con ello. ¿No crecerá más mi autoestima que si pienso en el último pitido molesto que me salió? Si quiero ser mejor amigo de mi mismo, ¿no debería concentrarme más en mis potencialidades y agradecerme lo que si me sale bien, que concentrarme en castigarme por lo que no sale aún tan perfecto?

Dedicar tiempo y esfuerzo a lo artístico provoca que mi creatividad aumente, que mi autoestima aumente, que mis momentos de disfrute aumenten, que mis capacidades para hacer varias cosas a la vez, aumenten. Mi capacidad para resolver problemas, mi capacidad para ver distintas formas de abordar una determinada tarea. Son los dos hemisferios de mi cerebro trabajando juntos. Si además comparto estas habilidades, emociones, perspectivas con otros “artistas” , lo hago en grupo, incrementaré mis habilidades sociales. Mi capacidad para trabajar en sintonía, de forma multidisciplinar y multitarea crecerán.

No os parece que todas estas capacidades son geniales para llevar mi trabajo de forma más eficaz. Para ser mejor lider, para trabajar más agusto, para crecer más en la vida. Para ser mejor persona, más solidario…

¿A qué esperas?. Saca el artista que llevas dentro.

Reflexiones

Publicado: May 28, 2015 en Estrés, Fibromialgia
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     De nuevo os dejo mi artículo en el “Semanario La Comarca”

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    Con motivo de mi participación en las jornadas sobre fibromialgia, que han tenido lugar en Pozoblanco esta semana; gracias al trabajo de la Asociación AFINORC, y algunos compañeros; os quiero dejar algunas reflexiones sobre esta abundante situación vital. Me refiero al estrés, claro.

    Antes de nada unas preguntas: ¿Qué concepto tienes del estrés?. ¿Es "bueno", o "malo"?. ¿Sirve para algo?. ¿Es eficaz?. ¿Su origen está en tí, o en las circunstancias que te toca vivir?. Es decir, tus circunstancias son de por sí estresantes?. O por el contrario, ¿lo que las hace estresantes es tu forma de verlas y situarte ante ellas?

    Fíjate que la respuesta a estas preguntas nos da varias opciones de trabajar en tú estrés.

     Pero también, estas preguntas, nos plantean algunas dudas muy interesantes sobre cómo lo percibimos y esta claro que según esto, sobre sus efectos en nosotros.

    Si combinamos las respuestas a estas preguntas nos pueden salir varias situaciones que, además de frecuentes, tienen distintos efectos sobre nuestra salud.

1. El estrés es malo y depende de mis circunstancias. Esta demostrado que la percepción del estrés o la ansiedad, como algo "malo", dificulta mi gestión emocional de este y tiene consecuencias negativas en la respuesta fisiológica de mi cuerpo ante él. Si esto lo uno a pensar que no depende de mi, sino de mis circunstancias… Sólo me queda esperar un milagro.

2. Puedo verlo como algo inherente a mi estilo de vida, ni "bueno" ni "malo", sólo un producto de esta sociedad. En este caso está claro que mi percepción de el no incrementa los efectos negativos sobre mi salud de este. Pero al igual que en el caso anterior, como pienso que no depende de mi; tampoco tengo, ni busco, herramientas para cambiarlo.

3. La tercera opción, la más realista; es percibir la ansiedad, como una respuesta adaptativa y preparatoria de mi organismo para enfrentarse a situaciones complejas que requieren de un extra de mi. Si además, me doy cuenta de que ver estas situaciones como complejas o difíciles de abordar dependerá de mis habilidades, conocimientos y recursos para afrontarlas, tengo infinitas posibilidades de mejora. ¿No te parece?

   Quizá se te ocurran más formas de verlo. ¡Seguro!, ¡Genial! Todas te ofrecen nuevas posibilidades. Nuevas formas de afrontarlo. Ya sólo nos queda saber cómo.

     ¿Seguro que el primer día que te sentaste al volante de un coche te pareció algo muy complejo y estresante? Hoy, después de cien mil kilómetros y un montón de habilidades adquiridas, eres capaz de hacerlo incluso escuchando música o charlando.

    Te propongo que sigas este camino. Lo conseguirás.

    Al igual que en la autoescuela, es más eficaz tener un maestro o guía, también aquí, en este semanario, te propongo que lo hagamos juntos. Con tus preguntas a través del correo. Con mis aportaciones y las de otros con experiencia, podremos conseguirlo. ¿Te animas?