Un año más hemos celebrado durante la semana del 8 de marzo el día internacional de las mujeres trabajadoras.
Las redes sociales, videos, medios de prensa escrita, radios, televisiones, hasta el omnipresente google ha hecho un video conmemorativo para celebrar este día.
Miles de ríos de tinta, de palabras, de jornadas con actuaciones de músicos, políticos, trabajadores por cuenta ajena, un sin fin de palabras agradables para las mujeres, madres, hijas, compañeras… Hoy se nos llena la boca de elogios hacia ellas. Lo cual está genial, todo sea dicho, porque lo valen y se lo han currao (como se dice hoy día).
Pero… ¿y mañana?, ¿y el otro?, ¿y los hechos? ¿Nos quedamos en palabras y con eso vale? Todas estas preguntas y muchas otras por el estilo se agolpan en mi cabeza.
Pero la principal es ¿Qué puedo hacer yo, con mis manos, no sólo con mi boca, para que las mujeres a las que quiero y estimo, no necesiten un día al año para sentirse orgullosas de lo que son, sino que sea todos los días del año y de su vida? Lo que no está en mis manos, prefiero dejarlo a otros u otras. ¿Pero que sí está? ¿Qué puedo hacer yo para que las mujeres que me rodean se sientan a gusto con serlo? Se me ocurren miles de respuestas:
- – No ponerle trabas en su trabajo, sino colaborar a medias en cualquier asunto que llevemos a medias
- – Respetar en igualdad sus ideas tanto como las mías propias.
- – Poner mi granito de arena para facilitar que crezcan un poco más siempre que estén a mi lado.
- – Mostrarles mi mejor yo en cada momento de cada día.
- – Ofrecerles lo que está en mi mano cuando piden ayuda.
- – Demostrar que las aprecio como se merecen para que lo sientan.
- – Ser sincero en mis críticas con el objetivo de facilitar que mejoren y aceptar las suyas con el mismo talante.
- – Compartir mis alegrías, los dones que me da la vida y también mis temores o tristezas para superarlas juntos.
Y mil acciones más que podría estar escribiendo hasta llenar dos semanarios seguidos.
Pero todo ello, no porque lo diga un día internacional, no con una consideración especial por cualquier otra causa. Sino porque son personas iguales a mí. Alguno dirá con características diferentes. Pero eso no aporta información extra, sólo sirve para separar.
Acaso no todas y todos tenemos características diferentes. Incluso los hermanos o hermanas gemelas acaban teniendo características diferentes. Y no por ello valen más o menos, son más o menos.
Así que te propongo un reto: ¡dejémonos de palabras bonitas, en exclusiva; y sumémosle a estas, nuestras acciones! A ver si entre todos y todas conseguimos que no tengamos que celebrar a lo largo del año, nada más que el día internacional de las personas.