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Artículo.

     Recientemente, uno de mis pacientes llega a consulta para dejar de fumar diciendo “oye, que sepas que yo no quiero sufrir”. Yo le pregunto ¿eso es posible?. Él contesta: “es que tengo miedo al sufrimiento”.

   ¿Qué os parece?. ¿No os da la impresión, como a mi, que vivimos en una sociedad donde constantemente nos venden que debemos tener miedo al sufrimiento?, ¿que debemos tener alergia a sufrir? ¡Pierda kilos sin esfuerzo…, domine un idioma sin estudiar…!, Sólo falta que digan: cobre sin trabajar…o coma sin masticar. jejeje.

      Los humanos tenemos un mecanismo de recompensa en nuestro cerebro que se activa justo cuando damos por finalizada una tarea con su correspondiente trabajo, esfuerzo o sufrimiento. Como cada uno lo quiera llamar. Y, además, parece que el refuerzo químico está directamente relacionado con el esfuerzo. A mayor uno, mayor otro.

              Es decir, si renuncias al esfuerzo, parece que renuncias a tu propia recompensa. A lo mejor por ello buscamos tantas recompensas en cosas externas. En tener, en comprar, en comer compulsivamente, en fumar…

          El esfuerzo y su satisfacción interior tras la terminación de éste, aumentan nuestra autoestima, nuestro autoconcepto, nuestra autoeficacia, etc. Un montón de “autos” que te llevarán en volandas a sentirte cada vez mejor contigo mismo, a sentirte cada vez más realizado, más feliz con lo que haces y lo que tienes. (Claro, a lo mejor ahí está el fallo para esta sociedad del “altoconsumo”. El más autosuficiente, más satisfecho consigo mismo, necesita muy poco de fuera, consume muy poco. Y eso fastidia el mercado, claro)dibujos-coches-carreras.gif

         Así, te propongo esta semana que te reconcilies con tu capacidad para el esfuerzo y la recompensa, para el aprendizaje a través del camino. Vuelve a subir montañas para así poder experimentar la sensación de logro.

           Después de un arduo trabajo, de constancia, de horas de ensayo, el músico llega casi al éxtasis cuando tras tocar o cantar el último tema, junto a su grupo es recompensado por el aplauso del público, pero sobre todo por su satisfacción personal por el trabajo bien terminado. No todos somos músicos, pero si todo el o la que haya trabajado y se haya esforzado por conseguir una meta, más o menos pequeña, más o menos intermedia para conseguir otras mayores, puede sentir que ha experimentado este placer por lo bien hecho, por lo terminado.

       Vuelve a disfrutar de ti mismo y de tu esfuerzo. No es tu enemigo, es lo que te da valor como persona ante tu propio espejo.

             Comentando un día con un amigo los planes que teníamos para la jubilación, yo comenté que entre otros, una de mis ilusiones para esos tiempos, era aprender a tocar el saxofón. Mi amigo, que no conocía mi faceta musical, puso una cara de extrañeza, y cuando yo me disponía a preguntarle que si no sabía que era músico de afición, cambió de pronto su cara poniendo un gesto que me dio a pensar que de la sorpresa pasó a la duda.clip_image002

           Cuando le iba a preguntar por ese cambio de cara tan gracioso, el me increpó: ¿tú sabes si cuando te jubiles podrás mover los dedos como para tocar el saxo?. A pesar de mi sonrisa inicial por lo incierto de la edad de jubilación cuando nos toque, en poco tiempo pasé a pensar que llevaba razón. ¿Mis dedos estarían ágiles como para moverse por las teclas de un saxo? ¿Y mi mente como para aprender?

         Hoy, hablando con una amiga, de un amigo, casi hermano, que ya no está, y con el que nos encantaba improvisar excursiones, salidas a castillos, comer juntos, en definitiva, disfrutar de la vida; comentábamos también, que hacer planes para el futuro sobre lo que queremos hacer, porque es importante para nosotros, es estar un poco locos. Aplazar lo importante es arriesgarse a no vivirlo. Es convertirlo en menos importante que lo que hacemos hoy.

             Nos dejamos llevar demasiado por el trabajo diario, las labores que poco a poco van llenando nuestro tiempo y no nos dejan más que vivir con prisas. En la sociedad actual, donde más herramientas tenemos para hacernos la vida más cómoda, es cuando más ajetreados, más incómodos por la ansiedad y más desasosegados vamos a todos sitios. ¡Nos llega a molestar el “lag” en los aparatos electrónicos!

           Queremos ir tan rápido a todos sitios, que todo sea tan inmediato, que nos olvidamos de que vivir es disfrutar del momento. Es hacer eterno el momento presente. Y para eso hay que frenar. No se trata de pararse permanentemente. ¿Pero no nos merecemos unos minutines al día para nosotros? ¿Y para los nuestros? ¿Para que queremos las puestas de sol? ¿Sólo para hacernos un selfie, subirlo a la red y seguir corriendo sin sentir siquiera el calor del sol?

            A veces la vida, con su abrupta manera de enseñarnos, no dice que frenemos, que hay que vivir. Para eso está la vida, para vivirla hoy. El refrán español “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”, no sólo se refiere al trabajo, también a comer con tu familia y charlar, a salir con los amigos a disfrutar de un paseo por el campo, a escuchar música u oler las flores, ¡que para eso están, leñe!

                Yo, por mi parte, hoy llevo un año aprendiendo a tocar el saxofón. Y tú, ¿Qué no quieres arriesgarte a no hacer mañana?

 

Hace algunos años, cuando mis cuatro hermanos y yo viajábamos a Córdoba por una carretera llena de curvas en cada uno de sus centímetros, mi madre al llegar siempre decía que le encantaría viajar con una máquina que la trasladase de un sitio a otro sólo con darle a un botón. Se mareaba nada más pensar en viajar.

image      Hoy estamos cada día más cerca de conseguirlo, al menos a través de la realidad virtual. Hoy podemos ponernos unas gafas y simular que vamos andando por la Quinta Avenida de New York. Y realmente da la impresión de que estás allí. Pero claro tus ojos te engañan, parece que paseas por allí, que ves las tiendas, que ves a la gente, a los policías sobre sus caballos, pero todos están sin cara. Puedes ver los puestos de perritos calientes, pero no saborear el perrito. Lo virtual no deja de ser virtual.

         Aunque con lo que sabemos hoy de cómo funciona el cerebro, también sabemos que la realidad que vemos es un poco también virtual. Así, nuestro cerebro, en función de lo que ha aprendido y lo que piensa que para nosotros es más necesario e importante, nos va mostrando un trozo de la realidad que nos rodea. Algo parecido a lo que el famoso buscador web hace cuando tiene nuestros datos. Nos muestra lo que el piensa que queremos.

          Con el tiempo hemos llegado a creernos que la realidad total es sólo lo que vemos, que todas las cosas se pueden conseguir de forma rápida con un movimiento de dedos. Estamos tan acostumbrados a esto en el móvil, que soñamos con que todo, incluso aprender a esquiar, se pueda hacer en un minuto con un par de clicks. Y muchas personas tienen serios problemas de frustración e impaciencia cuando notan que no todo es así. Tienden a abandonar sus nuevos cometidos si en un par de días no consiguen el cambio deseado.

          Una paciente que lleva muchos años fumando se mostraba impaciente porque “¡a estas alturas!”, porque recaen, etc. Todo aprendizaje lleva su tiempo. Llevas 30 años aprendiendo a vivir fumando. Cuanto te das para aprender a vivir sin fumar. O a hacer cambios en tu dieta, aprender a conducir, etc.

        Y como esto todo nuevo habito que queramos aprender. Sobre todo si lo queremos hacer reflejo, es decir, que se vayan los dedos o mis dedos mentales, solos. Eso necesita mucha práctica con la misma ejecución.

      ¿Os acordáis del famoso Señor Miyagi?. “…dar sela, pulir sela”. Necesitamos mucho tiempo de esfuerzo repetido para conseguir nuestros objetivos. O aún crees que lo de dejar de fumar sin esfuerzo, o perder peso sin dejar de comer lo que te gusta, o viajar con botón, como decía mi madre; se puede conseguir?

          Pero lo conseguido con esfuerzo y constancia, además de traerte éxito en tu tarea, te traerá un importante crecimiento, alegría, satisfacción personal y aumento de autoestima. El botón sólo trae insatisfacción y constante “quiero más”.

    ¿Qué prefieres sentir?

              Estamos a principios de este año, y como siempre solemos proponernos conseguir algunas cosas a lo largo del nuevo año, hoy te voy a proponer un reto:055

NO EVITES TUS ERRORES, APRENDE DE ELLOS.

          El genio de la creatividad Salvador Dalí, decía en una de sus famosas frases: “Los errores tienen casi siempre un carácter sagrado. Nunca intentéis corregirlos. Al contrario: lo que procede es racionalizarlos, compenetrarse con aquellos integralmente. Después, os será posible sublimizarlos”.

            No sé cuanto sabía este hombre sobre psicología, o sobre comportamiento humano, animal, o sobre como funciona nuestro cerebro, pero está claro que, a su forma, dio en el clavo. Nuestro cerebro funciona aprendiendo a través del ensayo error- entre otros mecanismos. Pero este es el más usado a lo largo de nuestra vida. Por lo tanto, vivir obsesionado con evitar los errores, nos lleva a la posibilidad de no aprender casi nada.

            Por otro lado, si lo que me preocupa es no fallar, le estoy diciendo a mi cerebro que lo importante es ese fallo, por lo que sus acciones irán encaminadas al fallo.

          Lo explico con un ejemplo: mi entrenador de baloncesto, cuando yo era aún más joven, nos decía siempre “no tiréis a canasta intentando no dar en el aro, imaginad un punto en el centro de la canasta e intentad poner ahí el balón”. Tampoco sabía de psicología, no había estudiado esta carrera, pero sí, por experiencia, sabía que si uno intenta evitar dar en el aro, sus manos lanzan el balón precisamente allí.

        Si uno no quiere oir un ruido, este se te mete en la cabeza. Si uno no quiere ver coches negros, hoy salen todos a la calle. Es decir, nuestro cerebro funciona con lo importante. El “no” que ponemos delante no es relevante para él. El truco pues, cuando no queremos ver u oír o sentir algo, es hacer otra cosa relevante, importante, vital. Poco a poco nuestro cerebro se encargará de hacer esto último más notorio y minimizar el resto. Nosotros decidimos donde ponemos nuestra atención. Claro, si no tomamos esta decisión y la dejamos al ambiente, corremos el riesgo de que vayamos donde nos digan otros…

         Así, respecto a nuestros errores, la mejor forma de no cometerlos, es usarlos para aprender de ellos, no para evitarlos. Al igual que nuestro dolor, que no es algo malo, sino un aviso de que tenemos que prestar atención a una parte de nuestro cuerpo para cambiar algo; nuestros errores son un aviso de que debemos ejecutar algo de una forma distinta, más eficaz. Así, si intentamos no cometerlos, no verlos, caeremos en el error de que todo lo que hacemos, lo hacemos “bien”, o nos obsesionaremos con no cometerlos, por lo que aprenderemos muy poco.

¿Te apuntas al reto?

         Con motivo de que esta pasada semana se celebró el día de la diabetes. Os quiero dejar algunas ideas para que, en el caso de la diabetes infantil, seamos lo más eficaces posibles a la hora de llevar esta enfermedad o característica lo mejor posible.
           Para empezar digo característica, porque cuando uno nace con una enfermedad, o se manifiesta en los primeros años de vida, y esta es crónica (mientras no inventemos o descubramos cura), más bien se convierte en una característica de esa persona.
            Por lo tanto, si es una característica de mi hija o hijo, o mía; al igual que otras facetas de mi cuerpo, mente, etc., a lo largo de mis primeros años, será mucho más eficaz que vuelque mis esfuerzos en verlo como algo mío y aprenda como funciona y como hacer que mi vida esté lo más normalizada posible.
             De nada me servirán las lamentaciones, los intentos de ocultarlo, pensar en lo justo o injusto de la situación. Es mucho más eficaz a corto y largo plazo pensar en el “¿cómo?” que en el “¿porqué?”. Hazlo tú o enséñalo a quien tengas a tu cargo.
                  Todos sabemos que si seguimos una serie de hábitos saludables, será menos probable que se nos complique la vida en un tiempo más o menos corto. Pero además aumentará la probabilidad de que estemos a gusto con nuestro cuerpo, mente, emociones, relaciones sociales, etc.
              Los hábitos saludables son una de las más poderosas llaves de una vida plena y con abundancia de momentos felices. Si yo, o mi niño o niña tenemos diabetes desde la infancia, no somos en absoluto distintos en este tema. Así que como decía mi amigo Súper Ratón “No olviden vitaminarse y mineralizarse”. Es decir, buena alimentación, actividad física regular, disfrutar de nuestras emociones, buena gestión de nuestras actividades y descansar profundamente.
             ¿Qué como se duerme profundamente? El genial Martínez Soria, decía que para dormir bien, “nada mejor que poner una pata en Francia, otra en Alemania, los ojos cerrados y la conciencia tranquila”.
¿Cómo dejo la conciencia tranquila? Fácil, incorpora a tus hábitos de salud una libreta y un lápiz. Antes de dormir, anota en una página todo aquello que ahora, justo antes de dormir, ya no puedes hacer nada por ello y le anotas una fecha para su realización. Y en otra hoja. Esto es lo más importante. Todo lo que si has terminado o completado hoy.
              Cuando nuestro cerebro ve que hemos terminado una tarea y la tachamos, automáticamente manda una ración de endorfinas a nuestro torrente sanguíneo, lo que hará que nos relajemos y nos sintamos mejor. Ya sabéis que las endorfinas son esas sustancias que tiene nuestro cuerpo para reforzar aquello que hacemos de forma satisfactoria y eficaz, ¿verdad?
                Por último, como estamos hablando de niños y niñas, los nativos digitales como se les llama.image
Os quiero dejar para vuestro análisis y si os parece uso, una aplicación para móviles que me parece muy interesante. Se trata de una aplicación de cuentos infantiles interactivos donde, entre otras enfermedades, discapacidades o necesidades distintas, hay uno dedicado a la diabetes infantil. Estaría muy bien que la vieses junto con tus hijas e hijos y establezcáis un diálogo sobre cada uno de ellos.
                Se llama: "Bruno y Pumballoo"
Un hábito muy sano y provechoso que podéis adquirir para un rato de relación familiar en casa. O en el campo, claro. Es lo que tienen las nuevas tecnologías.
¡Nos vemos la próxima semana!

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En un artículo reciente, con motivo del día mundial de la Salud Mental, hablamos sobre esta desde el punto de vista general. Así, que según las reflexiones que compartimos ese día; hoy toca comentar un poco algunos hábitos saludables respecto de nuestra psicología.

Aunque en otros días también dijimos algo de esto, al igual que en la salud física, hay muchas cosas a tener en cuenta. Si todas las personas tenemos básicamente las mismas necesidades físicas, pero también algunas más particulares. Mentalmente pasa lo mismo. Así que hoy compartiremos algunas de estas para aquellos que las quieran asumir como propias y convenientes de trabajar en su día a día.

No tomes tantas fotos. Esto parece incongruente decirlo en los días de los selfies, las cámaras constantes, la monitorización de todo lo que hago durante el día con los wearables, los palitos para autorretrato, etc.

Sin embargo, fruto de mi afición a la fotografía, durante un viaje, me dí cuenta de que estaba más pendiente de hacer las fotos, tener batería y memoria, no dejarme la cámara y el móvil, que de vivir el viaje. ¿De que nos sirve tomar una foto preciosa de nuestro viaje si no disfrutamos de este paisaje?. Cuando luego veamos la foto, meses después, sólo veremos una linda foto, pero no vendrán a nuestra mente las emociones que deberían estar si nos hubiésemos parado a saborear ese paisaje. ¿De que te sirve estar, si no lo vives? ¿De que te sirve el álbum de fotos, si no es un álbum de emociones y recuerdos gratos?

Muévete lo más posible. ¿Pues esto no eran hábitos de salud mental? ¿Lo de moverse no es físico?.
Pues sí, moverse es físico, pero la frase “quien mueve las piernas, mueve el corazón” está incompleta. Lo más realista es “quien mueve las piernas, mueve el corazón y equilibra su emoción”. ¿Acaso seguías pensando que el cuerpo y la mente están separados?

No dejes para mañana… Cuando era pequeño y me decían esto, siempre lo interpretaba como una frase muy exigente. Claro, porque se aplicaba sólo a trabajo y estudio. Pero no veía lo muy razonable que es esta ciudad. ¿Acaso tendrás mañana? ¿Sabes que cada día que pasa aumenta la probabilidad de que sea el último?

Pero claro, esta frase no sólo se refiere al trabajo, sino a tu cuidado personal, a tu alimentación saludable, a salir a correr, a salir con amigos y amigas, a dedicarte unos minutos de tu tiempo para ti, para los que quieres.

Por otro lado también se refiere a la costumbre de llevar cosas pendientes en la cabeza. Nuestro cerebro se siente mucho más cómodo resolviendo que llevando pendientes todo el día. Esto último además de gastar energía inútil, nos produce mucha inquietud y desasosiego, ya que nuestro objetivo es resolverlas.

Claro, me dirás que hay cosas que no se pueden resolver hoy, pero para eso también hay una solución: como dijo el sabio Albert Einstein “no lleves en la cabeza lo que puedas llevar en un papel”. Así podrás dedicar tu cabeza a lo que importa.

Y una cuarta relacionada con las anteriores:

Abandona la multitarea. Con lo tecnológico que dicen que soy mis conocidos, ¿cómo digo esto? Pues por lo mismo que lo anterior. La tecnología es una herramienta, no nuestro director o amo. Eso de hacer tres cosas a la vez, quizá esté bien para cosas sin importancia, pero cuando algo es realmente importante para ti, nuestro cerebro tiene la muy eficaz capacidad de concentración. Es decir, se deshace automáticamente de lo superfluo y se dedica casi en exclusiva a lo importante. Andar disfrutando del paseo, tocar un instrumento y disfrutar de ello, correr sintiendo el aire en la cara.

Así, disfrutarás cuidándote.

¡Anda, ponte con ello! No dejes para mañana…

radio cordoba

Con motivo del pasado día “de los Santos”, en Radio Córdoba, como coordinador del Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Desastres de la provincia; tuvieron a bien compartir unos minutos de Radio con quien os escribe y con la compañera Vanesa Yamuza.

Claro, el tema era el duelo y el objetivo era hablar un poco sobre su naturaleza y como llevarlo a cabo.

Aunque al final os dejo la dirección de Facebook donde podréis escucharnos, como esto es un blog, os contaré en resumen algo de lo tratado.

El duelo es un proceso natural que hacemos los humanos cuando perdemos algo o alguien que nos importa. Sí, he dicho bien “natural”, “algo” o “alguien”.

Es natural porque nuestro cerebro se encarga de adaptarse a la situación de cambio, aceptarla, aprender de ella, darle un sentido y generar recursos para seguir hacia delante a partir de lo aprendido y sin aquello que perdimos. Y digo aquello, porque el duelo viene cuando perdemos algo que nos importa. No tiene por que ser solo una persona, también una mascota, un instrumento o herramienta, etc.

Claro, según sea su importancia, lo repentino de la pérdida, lo poco esperado, o lo reciente, y también, la persona que lo viva y los recursos de afrontamiento que posea; el duelo será distinto en tiempo, necesidades, expresión, etc. En esto último, también influirá la cultura en la que se encuentre la persona que pierde.

No por dar más muestras de dolor se siente más o menos. El dolor es algo muy personal que no se debe juzgar, ni tampoco evitar. Como hablamos en anteriores escritos, el dolor es una emoción más y taparla u ocultarla no acaba con ella. Aunque no se exprese, el que la siente, la siente.

Claro, ahora queda pues, comentar que hacemos con él, con el dolor de la pérdida. Pues, como siempre, unas “tiritas psicológicas” que os dejo aquí. Para vosotros mismos o para aquellos amigos o familiares que necesiten de vuestra compañía y primeros auxilios psicológicos:

– El objetivo es acompañar, no juzgar o reprimir.

– Si necesitas o necesita llorar, busca un sitio íntimo y una persona en la que reclinar tu cabeza o abrazarte. Y llora…

– Aceptar la muerte o la pérdida, no es tarea fácil, pero confía en que tienes las herramientas para ello, busca sentido a la vida de quien ya no está. No a su muerte. Lo que hizo durante su vida, lo que te dio, lo que te enseñó, lo que queda en ti de él o de ella, será lo que dé sentido a su vida, tu mejor homenaje a su vida.

– El acto de la despedida es necesario para aceptarlo. Para ponerlo en su lugar. Pero es privado tuyo. Lo harás como tú decidas. También los niños y niñas deben despedirse. No pienses que por pequeños, no se dan cuenta. Lo sienten todo. Sienten lo que los demás ocultan. Así que, busca la mejor forma para que ellos también se despidan. Por supuesto según edad. No en todas las edades se entiende la muerte de la misma forma.

– Y por último, no olvides cuidar también tu cuerpo y tus relaciones. Dormir, comer, temperatura, compartir el dolor, el cariño, la amistad. Nunca más que en estos momentos necesitas cuidar también lo físico y lo social. Recuerda que todo va unido.

Y por supuesto, recuerda que esto sólo son “tiritas psicológicas”, si la herida es mayor, o no cura como se esperaba, o tienes dudas sobre como hacerlo o como ayudar; para eso están los profesionales de la psicología. Consulta. Uno de mis maestros decía: “Mas vale un porsiacaso, que un yopensé”

Os dejo el enlace con el sonido:  http://www.radiocordoba.es/facebook/PSICO_HXH(2015-11-02).mp3 

Por cierto. Si queréis comentar algo o preguntarme.

Os dejo también mi post en la misma red:   https://www.facebook.com/rafael.munoz.144181/posts/10206569116165504?notif_t=like

Hasta la semana que viene.

Mi artículo en “La Comarca” 

    La semana pasada se celebró el día mundial de la salud mental. Ríos de tinta, imágenes, videos, etc., pudimos encontrar en redes, diarios, televisiones, etc. Unos hablando sobre el estigma de estas personas en nuestra sociedad; los políticos comentando lo mucho que hacen por las personas con enfermedad mental grave, etc.  Todos llenos de palabras bellas en este día y de propósitos para los venideros.
Salud mental. Su día.   Semanario La Comarca

       Incluso yo, sí, yo mismo, estuve en uno de esos programas de radio. Como psicólogo, junto a un compañero trabajador social y el periodista que nos entrevistaba. ¿No os falta alguien en la ecuación? ¿Una persona con enfermedad mental grave?, ¿o leve?
      ¿Por qué no vino? Hablamos de no estigmatizar, pero a ver quién es el guapo, o guapa, que va a un programa de radio en su pueblo a decir que tiene una enfermedad mental grave. Claro, esto forma parte de la intimidad, y de la protección de datos de salud. ¿Y una enfermedad mental leve? Si, con esas que convivimos unos y otras casi cada día. Cómo ir a la radio a decirlo, si casi no nos lo reconocemos ni a nosotros mismos.
          Claro, decir que tienes una rotura fibrilar puede ser hasta interesante, para tener un momento de máxima atención de tus amigos, pareja, etc. Duele, pero durante unos momentos recibiré cariñitos…
           La cosa cambia si digo que tengo depresión, esquizofrenia, trastornos de conducta, ánimo deprimido… Claro aquí los que nos rodean nos ofrecen como mucho una frase prefabricada de “consuelo” y hasta mañana, si nos vemos.
            El lema de la OMS para este día mundial de este año es: “Ponte en mi lugar, conecta conmigo”. Como dicen en Sevilla: “Ofú, no pides tu ná”. Para conectar contigo necesito ponerme en tu lugar. Y no en “tu lugar” con “mis ojos”. Sino como decía el genial Chaplin: “calzarme tus zapatos y andar varias millas con ellos”. Uff. Prefiero silenciarlo. ¡Buenos días, hasta mañana!

         Silenciado no me implico, no veo la necesidad de entender como ves tú el mundo y aceptar que mi visión no es la única. Silenciado no tengo que exigir a los que nos gobiernan que la salud mental, también es salud, también es un derecho y también hay que invertir en ella. No solo los grandes cirujanos que llenan los periódicos salvan vidas. No sólo ellos hacen que merezca la pena que te salven la vida.
            Una mirada, un abrazo, unos oídos que escuchan con empatía, con ganas de calzarse tus zapatos y caminar acompañándote. Unas palabras motivadoras para que vuelvas a luchar por tu vida, por tus sueños, por tu día a día. También esto salva vidas. Hace que merezca la pena vivirla con ilusión; con compañía.
            Cierto es que casi siempre la salida está en nosotros mismos, pero en ocasiones necesitamos ese recurso, profesional, familiar o amigo, que nos ayude a mirar a ese lugar donde está la puerta cuya luz no veíamos.
            ¿Una apuesta? ¿Quién adivina cuando será innecesario dejar de tener un día de la salud mental? ¿Cuándo dejará de ser una salud de segunda?

Inteligencia emocional o habilidad emocional   Semanario La Comarca

RAFAEL MUDU
(Psicólogo Sanitario ASNC)
       Largo y tendido se habla últimamente de la inteligencia emocional. De quién la tiene y quién no. Sin embargo, el otro día hablando con una compañera de trabajo, llegamos al acuerdo de que era más interesante hablar de habilidades emocionales que de inteligencia emocional.
        Hablar de habilidades, nos trae la imagen de ciertas formas de hacer las cosas que se pueden aprender. Por el contrario, hablar de inteligencia, nos da imagen de algo que se tiene o no, que se nace o no con ello.
        Así que, ella y yo, preferimos quedarnos con la idea de habilidades emocionales y ponernos en marcha con la práctica de estas habilidades. ¿Te apuntas? Para comenzar con nuestro aprendizaje, te propongo que empecemos a practicar, cada día estas tres nuevas habilidades:
        Habilidad 1: ¿emociones o pensamientos?
              No son lo mismo, no. ¿Ah, ya lo sabías? Pero las distingues en tu día a día. Ejem: “Tras una dura semana de trabajo ¡estoy harto, no puedo más!. ¿Esto es una emoción, no?. ¡Pues no, esto es un pensamiento!
Las emociones son sensaciones y respuestas fisiológicas de nuestro organismo que se acompañan de forma inmediata con una interpretación mental, es decir una idea. Pero, también funcionan al revés. Ciertas ideas o pensamientos, pueden provocar respuestas fisiológicas, que a su vez volveremos a reinterpretar con un pensamiento. ¿Parece complejo? ¿Entonces qué es lo que tenemos que aprender?
Lo que tenemos que aprender es simple de entender, pero, como todas las habilidades, necesita de tiempo invertido en practicar: Queremos aprender a darnos cuenta de la diferencia entre mis sensaciones y respuestas físicas y los pensamientos que he tenido justo antes de ellas y justo después.
Cuando lo tengas, sin prisas y sin pausas. Pasa a la siguiente habilidad. Recuerda que es más eficaz aprender una cosa cada vez.
       Habilidad 2: no eres tus emociones.
            Ya que te has dado cuenta de que tus emociones son esas experiencias fisiológicas combinadas con pensamientos automáticos como reacción a una situación presente en este momento o traída al presente aunque no lo esté, podemos continuar con lo siguiente.
          ¿Alguna vez te ha pasado eso de ir por la calle, recordar algo gracioso y de repente sonreír solo? Seguramente sí. Pero también pasa con algo triste o nostálgico o ansiogeno, ¿verdad?. Está claro que lo que estas sintiendo en ese momento, tus reacciones fisiológicas de ese momento son reales. Pero los pensamientos anteriores a ellas (algunas veces ni siquiera te has dado cuenta de ellos) y las interpretaciones de esas respuestas fisiológicas que haces inmediatamente, pueden no ser del todo exactas. O incluso erróneas. Nuestro cerebro nos da interpretaciones de estas respuestas que sean coherentes con el momento en que vivimos en el presente. Pero no siempre están relacionadas con lo que las originó.
          Por lo tanto, esta segunda habilidad, será poner en juicio estas emociones, ver que aunque están en mí, puedo estar o no de acuerdo con ellas. Y por lo tanto, puedo o no ignorarlas; puedo darles más o menos puntuación en intensidad e importancia; puedo poner otras en su lugar (por ejemplo haciendo por recordar algo divertido. Ya hemos dicho que funciona en las dos direcciones); o ver que en este momento no son eficaces para lo que hago y dejarlas correr.
    Habilidad 3: pensar con claridad.
           Las reacciones emocionales negativas, que son las que nos suelen dar la lata; nos indican la presencia de una amenaza. Una vez reconocida la emoción, pregúntate: ¿Cuál es el peligro? ¿Se trata de una amenaza real o imaginada? La mayoría de nosotros hemos tenido reacciones emocionales fuertes ante situaciones que más tarde entendimos no eran reales o no eran tan importantes o tan peligrosas.
          Puede ser que la amenaza incluso no sea presente, sino pasada o futura. ¿Pero nada del pasado, o del futuro puede matarme ahora, no? ¿Estoy seguro de que lo que veo como amenaza futura, tendrá lugar sin duda ninguna? ¿O sólo hay cierta probabilidad de que ocurra y otra tanta de que no?
         La mente no distingue por sí sola entre lo real y lo imaginado (por eso podemos pensar en una playa del Caribe y relajarnos). Por lo tanto tenemos que entrenarnos para pensar y responder adecuadamente al presente.

En esta guía, os dejo unas pautas breves para afrontar los momentos iniciales y los días siguientes a un accidente de tráfico masivo (autobús, tren, etc). Está pensada tanto para las victimas como para aquellos profesionales de los distintos cuerpos de atención (policía, bomberos, sanitarios, etc).
La rapidez de los conceptos viene determinada por la necesidad de hacer esta guía en un tiempo de 2 minutos, para facilitar su mayor difusión en distintos medios. En otra ocasión os dejaré algo más extenso y explicado con más detenimiento. Pero como idea general para tener una idea de que hacer, pienso que puede venir bastante bien.

Aunque si quieres, en los comentarios, puedes dejar tu opinión o tus necesidades para la siguiente.

Guía psicoeducativa para victimas e intervinientes de accidentes de tráfico masivos from Rafael Mudu on Vimeo.