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         Si pudieses entrar en tu mente, como si de una habitación se tratase, verías un montón de pensamientos, ideas, emociones, imágenes, sonidos, etc.; que continuamente entran y salen de ella. Sin consideración ninguna. Por puertas y ventanas, por el techo, desde el suelo. Algunas también disfrutan dando vueltas dentro de la habitación, sin intención de salir.

       Incluso hay algunas, que están allí desde que eras pequeño. Justo están en los cuatro rincones IMG_20150713_100317 superiores de la habitación y parece que en ocasiones pueden influir en el movimiento de las que están más abajo.

       Nuestra atención, se mueve con ellas. Sube, baja, entra y sale… y además de una manera, aparentemente no consciente y no dependiente de nuestras decisiones. Casi nunca somos conscientes de esto, pero si de una de sus consecuencias: el estrés, la ansiedad acumulada día tras día.

         Así que hoy te quiero dejar una herramienta que tras su aprendizaje y uso continuado (Nadie aprende a escribir el primer día, ¿verdad?); te ayudará muy mucho a decidir donde pones el foco de tu atención y, por lo tanto, dejarás de acumular estrés, a menos que sí quieras hacerlo.

          Se llama “Atención plena” o “Mindfulness” en inglés. Consiste en decidir, en el momento actual, donde pones tu atención. Como el momento actual quiero decir en este minuto, no en la situación actual del país, claro. Es algo así como lo que me decía mi abuela, de niño, cuando mis hermanos y yo dábamos más ruido de la cuenta: “…anda niños, salid un rato al balcón a ver las mozas pasar”.

        Esa sensación de estar en el balcón, lo suficiente lejos de todo lo que pasa por la calle como para que no te haga daño; pero suficientemente cerca como para ver con claridad todo y todas las que pasaban. Incluso oler algún perfume, oír algún atisbo de conversación en el instante del paso, etc. Con la capacidad para decidir si me interesaba más mirar hacia derecha o izquierda, a lo lejos o cerca. Si me concentraba en la reluciente moto nueva de Juanito, o en la joven de gratas curvas y lindos ojos azules…

        Con la práctica de esta forma de meditación, subirás a tu balcón en cualquier momento de tu día a día que te haga falta. Serás tu el que decida en que concentras tu atención de todo aquello que está pasando en cada momento.

          También aprenderás que lo que ya ha pasado por tu calle, por mucho que estires el cuello, no lo verás. Que lo que aún no ha pasado, no podrá dejarte, en este momento, ni su aroma, ni su mal sabor. Y que, si a pesar de todo te empeñas en estirar el cuello, en breve te darás cuenta de que te estás perdiendo lo que sí pasa por tu calle. Descubrirás que esto último, perder lo que sí tienes, no te interesa. Porque tus piropos sólo los podrán escuchar las chicas o los chicos que estén pasando. Ni el que pasó, ni la que pasará. Sobre lo que no está, no puedes hacer nada.

Te interesa la idea. Pues vamos con ello…

        O mejor no. Prefiero que analices estas palabras e ideas, lo intentes por tu cuenta, y la próxima semana te escribo una sesión inicial de Mindfulness, para que vayas practicando.

   Ánimo. Es más sencillo de lo que parece.